El nacimiento del tiempo

Cuando se puso de cuclillas para orinar, una serpiente se apresuró donde la mujer, sin que ella la viera; cuando estaba lo suficientemente cerca, con su lengua de dos puntas, besó despacito su vagina para que ella no se asustara, pero se asustó y aunque la mujer hubiera querido saltar elevando su cuerpo del suelo, se quedó inmóvil; había escuchado decir que las serpientes son muy nerviosas y que si las asustas te muerden.

Inmóviles, serpiente y mujer, se miraron; la mujer sonrió al sentir todavía la lengua en su vagina.

– Me haces cosquillas, le dijo, y a mí me gusta reír.

La serpiente movió más rápido su lengua y la mujer reía a carcajadas.

– Sabes a naranjilla y a lodo, dijo la serpeinte, y a mí me encanta el lodo y no sabía que me gustaba tanto la naranjilla.

Su lengua nunca le había resultado tan corta, así que caminó hacia adentro.

– Siento que me orino por dentro, murmuró la mujer.

– Acá todo se está llenando de agua, gritó desde adentro la serpiente, si entro totalmente podré nadar.

La serpiente entró, nadó y creció; creció tanto en la barriga de la mujer, dicen, que se fue haciendo churo y que hasta se mordió su propia cola…

Art: 'Ouroboros' Kathryn Brimblecmbe-Fox

Art: ‘Ouroboros’ Kathryn Brimblecmbe-Fox

 

Este extracto pertenece a un hermoso libro que estoy leyendo, llamado «Puntos de partida, relatos de tradición» de Andrea Moreno Wray. Trabajo que recoge relatos de 30 mujeres Parteras Tradicionales de Ecuador.