De cómo descubrí mis tetas

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El cuento que me habían contado era que “no tenía”. Todo comenzó durante mi adolescencia, en la cual, como gran sentencia ante el cambio hormonal, se va dando por hecho cuáles serán las chicas que tendrán y no, tetas. Yo era de las que no tenían, claramente. El comentario de mis amigas y hermanas siempre fue “tú no tienes tetas”, y ellas –más preocupadas que yo– me incitaban a usar rellenos dentro del sostén, a lo que siempre me opuse, para no engañar a nadie. Sobre todo, a mí misma.

Bajo una cruel catalogación me transformé entonces en una jovencita “plana”, y poco a poco mi pecho se fue volcando hacia adentro, jugando a esconderse durante años. Aturdida de dudas adolescentes me preguntaba: “¿Carezco de algo? ¿Será un problema?”. Con esa confusión crecí y viví largo tiempo, experimentando una sexualidad perturbada por el “no tener”… padeciendo obviamente complejos sobre mi cuerpo.

A los 23 años me convertí en madre. Esa fue mi segunda experiencia de metamorfosis sexual. Mis pequeñas peras poco crecieron durante la gestación, pero cuando tuve la increíble experiencia de amamantar, se llenaron de leche para brindar amor. Por entonces, mis pechos ya no acarreaban ninguna vergüenza evidente porque ¡eran grandes! y hasta vivían libres del sostén. Me sentía orgullosa de tanta abundancia… me llenaba de gozo el acto de amamantar: ¡qué experiencia más fabulosa y extática!

Liberando oxitocina por doquier, gocé durante dos años de placer exclusivamente a través de mis pechos, liberando hormonas del amor permanentemente. Estaba experimentando un placer nuevo, que disfruté hasta el final con mi hijo, y cuando la lactancia cesó, mi relación con mis tetas y sexualidad retomó su camino. Volvieron los complejos, mis generosos pomelos se volvieron bolsitas desinfladas, ¡como si estuvieran tristes! En particular una de ellas –la favorita de mi hijo, la que siempre se llenaba más de leche–, quedó notoriamente más grande que la otra. Aunque siempre lo había sido, ahora era evidente ¡en extremo! El cambio era impactante, y volví a esconder el pecho hacia adentro. La sexualidad llegó de otra manera, el placer y goce de los pechos se volvió tabú y complejo una vez más. Sigue leyendo